domingo, 16 de enero de 2011

PRODUCTO MAL ETIQUETADO

Últimamente me pregunto qué es ser progresista. Si el progreso es un elemento identificativo de ciertas personas o, simplemente, el transcurso natural del tiempo donde los cambios temporales y evolutivos de la sociedad hacen que ésta progrese. A veces nos equivocamos cuando pensamos que ser progresista es construir un centro cultural o una estación de Renfe, por ejemplo. Esto no es más que satisfacer las necesidades de la sociedad que, por otro lado, es la obligación máxima de aquellos que quieren dedicarse a la política. Seguramente aquellos que se denominan conservadores también lo habrían hecho.

En cambio, cada vez más entiendo lo que significa ser de izquierdas. Y una de las definiciones que más me han encajado es la que le escuché a Lluís Llach en su último concierto en Verges, hace ahora tres años. Decía, más o menos, que ser de izquierdas era ser crítico e inconformista por naturaleza. Que cada mañana, al levantarnos, debíamos estar preparados para reinventarnos, contínuamente. Y que no tuviéramos miedo a que nos llamen utópicos por nuestros sueños puesto que de la calidad de nuestros sueños dependía el futuro de nuestros hijos y nietos.

Pero ser de izquierdas, progresista, conservador o de derechas no significa nada hasta que tienes la responsabilidad de gobernar. Es en ese momento cuando realmente se descubre tu auténtico yo. Tú, que creías toda la vida que eras socialista, comunista, falangista, convergente, etc., no tenías ni idea de lo que realmente eras hasta que gobernaste. Y en muchos casos la definición primaria es la correcta. Pero en otros casos NO.

Creo, en mi humilde opinión, que en La Llagosta le ha pasado esto mismo a mucha gente que ha gobernado.
Pensando siempre que eran progresistas, de izquierdas, en definitiva, socialistas, se han dado cuenta con el tiempo que no lo son. Y de esos hay unos cuantos.

Durante los 18 meses que ICV-EUiA estuvo en el gobierno municipal los dos regidores y la regidora aprendimos mucho. Funcionamiento orgánico del gobierno, trabajo desempeñado por técnicos, reglamentos, construcción de propuestas y desarrollo de las mismas, etc. Pero hubo algo que aprendimos que nos sirvió como elemento de reflexión para el futuro. No siempre un gobierno de izquierdas asegura políticas de izquierdas.

ICV-EUiA se presenta a las próximas elecciones municipales con un objetivo claro: gobernar. Y gobernar con auténticas políticas de izquierdas. Bajo un programa de gobierno que saldrá de los resultados que se obtengan, por todas las partes, el próximo 22 de mayo, pero con la seguridad que desarollando esas políticas no se practicará el despotismo, la altivez, la insolidaridad ideológica y el onanismo político. Rasgos, éstos, que son la antítesis para aquellos que se denominan de izquierdas.

No me considero una persona fácil de etiquetar (aunque algunos tengan ciertas sugerencias), nunca he sido ni marxista, ni leninista, ni socialista y ni siquiera me gusta la palabra ecosocialista. Yo comencé a practicar política por mi interés en ayudar y representar a los que me rodeaban. Así comencé siendo delegado de clase, luego miembro del Consejo Escolar del Instituto (el IES Marina, por cierto); cuando me incorporé al mundo laboral me sindiqué y empecé como delegado sindical hasta ser miembro de varios comités de empresa. Y hubo un momento de la vida que el siguiente paso era hacer algo por nuestro pueblo. En ICV me abrieron las puertas y no me equivoqué. Pero esa es un larga historia; para otro día, que me estoy alargando.

Sigo quedándome con la definición de Lluís Llach. Y, por supuesto, con su música.

2 comentarios:

  1. Conmovedor, Alberto. Habrá que daros un voto de confianza. Nosotros os observaremos.

    .okranA

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  2. okrana, ... no sólo nos dedicaremos a "dar un voto", ¿no?
    Se trata de que los canales de participación y decisión se abran a los ciudanos anónimos.
    Espero que la trasparencia y la participación sean reales y no solo una bandera de quienes nos quieren pedir votos.
    Avisado queda.

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